Aventura y emoción en el desierto de Huacachina

In Crónicas de Viajes, Perú
Scroll this

Una cosa es oír con atención lo que te cuentan sobre un sitio, y otra muy diferente es experimentar de cerca el lugar. El desierto de Huacachina muestra mucho más que montañas de arena.


Existen dos versiones sobre el surgimiento de este maravilloso oasis, en resumidas palabras ambas hablan sobre la mítica historia de una doncella que se convirtió en sirena, y cada vez que aparece una nueva luna, resurge de la laguna para llorar por la pérdida de su amado –muerto en guerra–. Sea cual sea la leyenda original, lo cierto es que muchos afirman que este desierto es único en América del Sur.

Grandes cerros cubiertos por nada más que arena, donde la aventura empieza cuando el conductor del auto boogie dice: “abróchense bien los cinturones”. No hay calles ni letreros que indiquen por dónde transitar, pero todos los carros ya saben (o eso suponemos) cómo guiarse y evitar toparse al pasar una cuesta.

Grandes dunas en el desierto de Huacachina.
Las grandes dunas.
kilómetros de arena en el desierto.
kilómetros de arena a la vista.
Recorriendo el desierto de Huacachina en boogie.
Andando sobre el boogie.

Lo más recomendable es ir sin almorzar porque, al subir las dunas, el movimiento lento de las ruedas no trae problemas, pero al llegar el descenso, experimentas la misma sensación, velocidad y falta de gravedad que en una montaña rusa. Sientes que el estómago se quiere escapar sin previo aviso por la boca.

Y si el conductor es un joven que rodea tu misma edad, de seguro querrá elevarte a un nivel más alto de adrenalina para que te lleves un grato recuerdo aventurero de Huacachina. Sin embargo, puede darse la circunstancia que justo en tu mismo vehículo se encuentre una señora que se trepó inmediatamente después de haber salido del restaurante, y sólo desee ir por las partes planas. “Así será, señora”, dijo el chico que maniobraba el volante, pero de repente volvía a inmiscuirse en una empinada caída que terminaba con el tenue grito de los pasajeros; acto seguido giraba la cabeza para verte mientras su rostro mostraba una risa cómplice.

Es que si no se brinca, ¿cuál es la gracia? Pienso ahora. Hicimos varias paradas en las cuales salimos del boogie, dejamos todo objeto que fuera fácil de escaparse de los bolsillos (como gafas, billeteras, llaves, etc.), ya que debíamos lanzarnos por las altas dunas en sandboard. Aunque hubiese sido asombroso hacerlo parado, pero como principiantes lo más recomendable era deslizarse acostado, con los pies elevados (sólo se los baja si quieras frenar) y los codos dentro de la tabla.

Deslizándose en sandboard por el desierto de Huacachina.
Agarra fuerte y no sueltes!

La inclinación y rapidez de cada una de las dunas iban aumentando de acuerdo a las paradas, siendo la última la más dolorosa para el estómago. Sientes un golpe fuerte encima del ombligo que, de haber ingerido aunque sea un pequeño helado antes de lanzarte, lo verías salir disparado a la misma velocidad que tu tabla.

El tour finaliza con la cuarta parada: observar el atardecer y contemplar la laguna desde una altura adecuada para que muchas personas se saquen fotos, no importa la cantidad de gente que haya, siempre se encuentra un espacio para el encuadre perfecto entre la laguna y tú.

Laguna de Huacachina.
Bueno, al parecer siempre saldrán más personas en la foto.

Ya al caer la noche, nos dirigimos al terminal con la intención de partir el mismo día hacia Arequipa, pero no encontramos ninguna cooperativa con asientos disponibles. ¿Acaso se trataba de un aviso por parte del destino para volver al desierto? Se podría decir que así lo fue. Luego de dormir en un hostal que nos recomendaron, partimos nuevamente por la mañana hacia Huacachina con la intención de subir hasta la punta de alguna duna cercana, sólo que esta vez sería a pie.

Dejamos las mochilas grandes en un restaurante y emprendimos el asenso. Veíamos que mucha gente tomaba una ruta determinada para llegar a la parte alta de una duna ubicada muy cerca de la laguna. Seguimos el camino, pisando las huellas para que el trayecto no fuera tan pesado, esos huecos en la arena impulsaban nuestros pies a subir con mayor facilidad. El viento a veces nos hacía la gracia de tirarnos arena en el rostro, incluso dentro de la boca cuando nos cogía desprevenidos.

Subiendo una duna en el desierto de Huacachina.
La cansada subida.
Hacia la cima de una duna en el desierto de Huacachina.
El camino para llegar a la cima.
Vientos en el desierto de Huacachina.
Andrea contra el viento.
El gran desierto de Huacachina.
Alucinante paisaje desértico.
Dunas con perfectas formas.
Formaciones perfectas en las dunas.

Con gran agotamiento alcanzamos la cima, el panorama era alucinante, las fotos no se hicieron esperar. Algunas personas se acostaban a descansar, otras se sentaban, escribían, comían y hasta volaban cometas a esa altura. Todo hermoso si se mira hacia la parte frontal, pero al girar la cabeza se observa otra realidad. Pequeñas casas agrupadas que son consideradas como caseríos. Viviendo precariamente junto al desierto.

En el tour realizado el día anterior, iban dos niños de una de estas casas, felices, brincando, siendo los primeros en lanzarse sobre los sandboards desde las dunas, y esto me alegraba porque, siempre y cuando sobren espacios, los conductores los llevan al paseo sin cobrarles nada. ¿Se imaginan la felicidad de divertirse así varias veces al mes, o a la semana? Nosotros sólo lo hemos hecho una vez y la emoción nos persigue hasta ahora.

Quizás tanta práctica y adrenalina los motive a tirarse parados, convirtiéndolos con el pasar del tiempo en verdaderos profesionales de este deporte, como pudimos notar mientras subíamos a pie la gran duna. Habían tres chicos del sector, equipados con todos los elementos para la ocasión (gafas, cascos, trajes, tablas más pro) descendiendo rápidamente. Subían y se volvían a lanzar de manera continua, como quien va en varias ocasiones a la refrigeradora por un vaso de agua.

Sanboard en el desierto.
Deslizándose en sandboard, nivel experto.

Luego de apreciar por segunda ocasión la puesta de sol, nos preparábamos para hacer el largo descenso por el mismo camino que nos condujo hasta arriba, pero inesperadamente observamos que las personas bajaban por la parte más empinada de la duna, y lo hacían a tal velocidad que en menos de cinco minutos llegaban al pueblo de Huacachina, incluso algunos efectuaban saltos para acortar el tiempo. Así que nos sacamos las medias y los zapatos y empezamos a imitarlos (sin brincar, claro).

Los pies se enterraban hasta dejar la arena (que estaba cálida) al roce con las rodillas. Sentíamos que caminábamos en el aire, que flotábamos. Nos divertimos mucho en este corto descenso. Lástima que para quienes subían por esta misma vía (habitantes del caserío que se encontraba al otro lado) la experiencia se transformó en una odisea sin final. La empinada duna provocaba que algunos se ayudasen con las manos para subir.

Sol cayendo en el desierto.
El sol cayendo tras el desierto.
Subiendo las empinadas dunas del desierto.
Subida mortal.
Recorriendo en boogie sobre el desierto.
Recorriendo en boogie.
En la cima de una duna.
Felicidad al llegar a lo más alto.
Dando pasos en medio del desierto.
Caminando placenteramente en medio del desierto.

Para ver más fotos del desierto de Huacachina, sólo haz clic aquí.

SIGUE NUESTRO VIAJE DESDE LAS REDES SOCIALES:

[stag_icon icon=”facebook-square” url=”https://www.facebook.com/pages/Viaja-La-Vida/701912386510019?ref=hl” size=”30px” new_window=”yes”]     [stag_icon icon=”twitter” url=”https://twitter.com/ViajaLaVida” size=”30px” new_window=”yes”]     [stag_icon icon=”instagram” url=”http://instagram.com/viajalavida” size=”30px” new_window=”yes”]     [stag_icon icon=”youtube-play” url=”https://www.youtube.com/channel/UCvMwZoyAdhJ-OjKWaMQgRpA” size=”30px” new_window=”yes”]

2 Comments

  1. Me encanta leer sobre sus viajes y ver sus divertidas fotos.
    Quiero ir a Bolivia y Perú este noviembre, tengo pensado viajar sola y ge recibido diversas opiniones. Me gustaria saber su opinión basada en sus recientes visitas.
    Gracias

    • Muchas gracias por tus palabras Norid! La verdad que Perú y Bolivia son dos países increíbles! Nosotros empezamos desde Máncora hasta Puno, atravesando el Lago Titicaca para llegar a Bolivia, lo único que nos arrepentimos es de no haber visitado Cajamarca (Perú). Todos los lugares que recorrimos nos encantaron, algunos sitios puedes llegar por tu cuenta y otros debes ir netamente en Tour. Igual todo depende del tiempo y el presupuesto que tengas. Si la estadía es corta, lo mejor sería contar con un cronograma previo (sin reservar hoteles, llegando al sitio siempre encontrarás más barato), pero recuerda que cuando las cosas no salen como uno las planea, resultan mejor =)

Gracias por tu comentario, lo apreciamos mucho.

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.