Cómo alimentarse saludablemente durante un viaje largo

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Quizás piensen que comer rico no sea sinónimo de alimentarse saludablemente, sobre todo si se viaja de forma continua. Pero los platos que hemos preparado en las cocinas de distintos países, demuestran lo contrario.


Para muchos puede que aún siga pareciendo lo mismo unas vacaciones de 15 o 20 días que un viaje de tres, nueve o doce meses. En el primero es probable que la dieta consista en entrar y salir de restaurantes de comida rápida; hay mucho por conocer y poco tiempo para hacerlo. Por otra parte, nadie piensa en cocinar cuando se toma unos días fuera de su rutina diaria. Aunque en un viaje largo, la situación cambia.

Tu estómago no resistirá consumir las tres comidas diarias en locales comerciales, por lo que comer fuera todo el tiempo no es una opción sana ni económica. Al cocinar ahorras bastante dinero y llevas una alimentación correcta. Estarás completamente seguro que lo que comerás, no te hará daño.

Hemos visto a varios viajeros despertarse con la intención de desayunar jugo de sobre, almorzar fideos instantáneos con salsa de tomate, arroz y pocos vegetales o calentar las plásticas sopas Maruchan para cenar. El supuesto ahorro en la comida sólo conseguirá una costosa factura para su salud en un par de años.

¿Qué sugerimos nosotros para alimentarse saludablemente?

Casi todas las mañanas, nuestros días empiezan de la siguiente manera: Nos levantamos, si contamos con un espacio amplio dentro de la habitación o alguna terraza, hacemos una hora de ejercicios. Nos duchamos y bajamos hacia la cocina del hostel, apartamento o casa en la que nos encontremos, y ¿qué es lo primero que comemos?

Yogurt natural, frutas (guineo, frutilla, sandía, aguacate), avena, almendras, miel y huevo. En ocasiones pan, y si contamos con una licuadora a la mano, convertimos lo anterior mencionado en batido (excepto el huevo, claro, ese lo metemos en agua caliente o lo hacemos tortilla).

Cómo desayunar saludablemente.
Desayuno saludable, no toma mucho tiempo prepararlo.

Por lo general, ese es el tipo de desayuno que nos preparamos. A veces no es sencillo conseguir los alimentos que deseamos. Las frutillas –fresas– en ciertos países son absurdamente caras, pero logramos variar; cambiamos la sandía por piña o melón, dependiendo cuál sea la fruta local o de estación.

Para nosotros el desayuno es la comida más importante del día, es lo que nos dará energía para hacer lo que tengamos planificado durante las siguientes 12 horas. Puede que una funda –bolsa– pequeña de almendras sea más costoso que una caja de cereales, lo mismo ocurre con el yogurt natural si lo comparamos con la leche.

Sin embargo, alimentarse saludablemente trae beneficios que nos ayudarán a corto y largo plazo, como enfermarnos menos (pocas veces tomamos pastillas) y evitar dolencias en una edad adulta (dicho por personas de 70 años que nos topamos en la ruta).

No se necesita de muchos preparativos, sólo una cocina (incluso los utensilios a lavar son pocos), ir a un supermercado para comprar pollo, cerdo, pescado. Un mercado para el caso de las frutas y verduras; si es en un pueblo, llegar caminando será más fácil y seguro.

Comprando verduras en Útila.
Comprando verduras frescas en puestos locales.

No nos consideramos madrugadores, pero tratamos de levantarnos relativamente temprano, entre las seis y siete de la mañana, para desayunar antes de las nueve, debido a esto, al mediodía comienza a generarse un ligero rugido en nuestros estómagos, el cual apaciguamos con una barra de cereal, galletas o fruta (casi siempre manzana).

Al llegar la hora del almuerzo, regresamos a la cocina, esta vez sí habrán más ollas y platos por lavar (si son dos personas, dividir las tareas les ayudará a ganar tiempo). Las porciones las dividimos en proteína, carbohidrato (reemplazamos el arroz por quinoa, cuscús, yuca, maduro o camote) y una ensalada o vegetales hervidos, para la bebida nos servimos agua o jugo puro de alguna fruta –como sandía–.

Si la cocina no se halla del todo equipada y la limpieza no ha pasado por los mesones en mucho tiempo (si es cocina compartida), en estos casos preferimos salir a comer. Los restaurantes con almuerzos ofrecen platos típicos a precios económicos, si llevan mucho carbohidrato, pedimos que nos sirvan sin arroz; a los jugos, que no les agreguen azúcar.

Probando comida local en Managua, Nicaragua.
La comida tradicional también forma parte del viaje.

Es importante mencionar que no se trata de auto castigarse. También es necesario darse un gusto gastronómico. Somos amantes de las pizzas artesanales, hamburguesas locales y los helados tradicionales (probar la comida típica del lugar forma parte del viaje).

Si nos alojamos en un hotel con desayuno incluido, lo aprovechamos sin ninguna restricción. Si alguien nos invita a comer en su casa, probamos con todo gusto lo que nos brinde sobre la mesa. Si caminamos bajo el sol de mediodía, nos provoca comprar una gaseosa en botella de vidrio.

Helados de Sorbetera en el mercado de San José.
La Sorbetera de Lolo Mora, helados tradicionales desde 1901 en San José, Costa Rica.
Comida típica de Colombia.
Ajiaco en el barrio La Candelaria, Bogotá.
Gaseosa Copan Dry en botella de vidrio.
Cuando se recorre una nueva ciudad y el sol nos da la bienvenida.

Los fines de semana son los mejores días para darle una degustación libre al paladar, almorzar afuera y entrar en una dulcería. Quizás la regla que más nos imponemos a la hora de alimentarnos saludablemente, es comer ligero durante la noche y que no pase de las once de la noche, así es mejor para el cuerpo y nuestro sueño.

¿Un último consejo para una sana alimentación?

Sin considerarnos gurús de la nutrición, todos los días tratamos de comer de la mejor forma posible, comprando alimentos con dosis baja de sodio, grasa saturada y azúcar. Andrea se vuelve una rigurosa inspectora a la hora de tomar cualquier producto en el supermercado, revisa la tabla de información nutricional de principio a fin, se fija en todos los componentes.

Asimismo, consideramos primordial cocinar nuestra propia comida, por lo que cargamos en nuestras mochilas miel, un frasco de aceite de oliva, pimienta, merkén y demás condimentos. Los platos varían a diario, las recetas muchas veces son inventos que surgen al jugar en la cocina o al caminar frente a las perchas del supermercado. Si en un principio no sabes qué preparar, puedes comenzar con algo sencillo, sin muchos ingredientes, reemplazando poco a poco los alimentos que no aportan ningún valor al cuerpo.

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Si quieres ver más platos de los que hemos preparado saludablemente, haz clic aquí.

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