Máncora y las primeras impresiones de Perú

In Crónicas de Viajes, Perú
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Antes de emprender el viaje hacia el sur, varias personas nos dijeron que debíamos tener cuidado, algunos aseguraban que nos tratarían mal por ser ecuatorianos, incluso recomendaron que mejor sería saltarnos Perú. Cada quien tiene sus prejuicios y las experiencias de una persona, jamás serán similares a la de otra. Por tal motivo es que estos primeros días viajando por el vecino país, han sido satisfactorios; a pesar que antes de ingresar legalmente, justo en la caseta de migración, nos llevamos una pequeña sorpresa que se pudo solucionar de inmediato.

Luego de sellar mi pasaporte de salida de Ecuador, el encargado de colocar el sello de entrada a Perú me dio únicamente 30 días de plazo. De esto me di cuenta al salir de las oficinas, por lo que tuvimos que volver a entrar y hacer la fila una vez más (ya constaba de pocas personas). Al preguntarle por qué me había puesto esa cantidad mientras que a Andrea sí le había otorgado los respectivos 90 días, me contestó, entre riendo y un tanto serio: “Me hubieras dicho que estabas con ella para ponerles igual, yo no soy adivino”. Luego cambió el tiempo de mi estadía sin ningún problema y arrancamos a acomodarnos nuevamente en el bus.

Máncora, primer destino en recibirnos

Al despertar y bajarnos en la acera, recibimos sin previo aviso los fuertes rayos del sol, las distintas ofertas de hoteles y los fuertes llamados –junto con las bocinas– de las mototaxi. Con anterioridad había leído que se debía ser muy precavido a la hora de treparse en una, en lo posible aconsejaban tomar las que pertenecieran a una cooperativa certificada, pero a todas las veíamos iguales, así que subimos a la que parecía más segura, rumbo a un restaurante frente a la playa para desayunar.

Choza frente a la playa de Máncora.
Mientras cae el sol.
Máncora y su increíble playa.
Playa de Máncora.

Antes de pisar territorio peruano, adviertes que la gente del lugar está llena de bondad, dispuestos a dar una mano a todo viajero que la necesite, así lo hizo nuestro amigo de Couchsurfing, Fernando, quien nos ofreció su casa-bungalow de Máncora para hospedarnos; poseía todo lo necesario para nuestra estadía y disfrutamos de los baños con balde y agua fría, mientras las avispas paseaban a nuestro alrededor. Al principio daba miedo, pero después el sentimiento fluía y desaparecía.

La buena actitud no termina ahí. Cristóbal, el señor que cuida la casa, y que al mismo tiempo trabaja realizando carreras en su mototaxi, fue nuestro chofer personal, nos iba a recoger en la cabina telefónica que nos encontráramos (sólo debíamos llamarlo) y nos dejaba en la puerta de la casa, que se encontraba un tanto lejos del malecón, cada viaje a un precio muy justo.

A la mañana siguiente nos hizo un pequeño tour a las playas de Las Pocitas y Vichayitos, sitios más tranquilos y relajantes, alejados de cualquier bullicio, razón por la cual los hoteles del sector son poco amigables con los bolsillos de los turistas. En el camino, que carecía de asfalto y contaba con varios baches, hubo dos ocasiones en que tuvimos que bajarnos y empujar la mototaxi para poder avanzar (es parte de la aventura). Más adelante, a un costado de la carretera observamos el enorme mar desde un mirador improvisado en Peña Linda.

Las Pocitas, una relajante playa en Perú.
Playa Las Pocitas.
La tranquila playa de Vichayitos.
Vichayitos.
Vista de Peña Linda.
Peña Linda.

De vuelta en Máncora, nos dirigimos hacia el costado izquierdo de la playa, caracterizado por ser más plácido y sereno, nos acomodamos bajo una sombrilla con la finalidad de disfrutar la tarde (el cielo era perfectamente celeste, sin ninguna nube que tapara el sol), aunque en mi caso el hecho se complicó levemente debido a la despistada abeja que se encontraba bronceando en la arena, por lo que fue imposible verla y terminé pisándola con mi pie derecho, lo que trajo como consecuencia un pinchazo fuerte y horrible que me dejó cojeando durante varias horas.

Gracias a que sacamos el aguijón a tiempo no hubo hinchazón. El señor que nos alquiló el parasol afirmaba que las picaduras son buenas para la salud; nos contó que hace unos días le picó una en el ojo izquierdo (se alzó las gafas y mostró su extinta cicatriz), y luego de que la abeja se fue volando, él rogaba que le cayera encima un enjambre; claro que exageraba un poco al hablar.

Por la noche nos embarcamos en un bus de dos pisos, un trayecto de siete horas aguardaba por nosotros, cuyo destino final era Chiclayo. Sobre esta ciudad también recibimos advertencias de peligros e inseguridades (dicho por locales de Máncora). Íbamos prevenidos, disimulando ser turistas que desconocen el lugar, pero al caminar por sus calles, atentos, observando cada detalle del entorno y de la gente, caes en la cuenta que no todo es como lo describen, las personas aquí también se muestran amables, capaces de ofrecer ayuda cuando la necesitas. Y desde este sitio pudimos ir por nuestra cuenta al pueblo histórico de Túcume, aunque lo que apreciamos allá lo contaremos en otra crónica.

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5 Comments

  1. Niños, sigan paseando y conociendo desde acá les mando la buena vibra, suerte amigos.

  2. Hola Samir, te cuento que lo regesar es que den 30 días de estadía a extranjeros. Y claro que no tenemos problemas ni con los hermanos ecuatorianos, ni con los chilenos, ni nadie. Las rivalidades nunca faltan pero son mínimas y no nos representan como habrás notado.
    Te contaré hace 15 años hacia atrás, Mancora tenía mucha onda y no es que no la tenga ahora pero cambió mucho, no para mal pero cambió. Y como playa hay muchas más lindas a los alrededores, de hecho más cerca a Ecuador, en Tumbes está Zorritos que es linda y te recomiendo el Hostel 3 Puntas del Grillo, un hospedaje de un español que lleva más de 20 años en Zorritos y es un bacan, un sollado, tiene un hostal de donde no dan ganas de irte nunca 🙂 Gente de todos lados del mundo cae por ahí. Me cuentas si un día vas 😉

    • Hola Ivett, sí, tienes razón, nunca se debe generalizar, Perú nos recibió de la mejor forma posible, en todo momento la pasamos bien y tanto taxistas, recepcionistas, gente del iPerú, caminantes como guardias de seguridad, nos brindaron ayuda y consejos. Sí escuchamos sobre la playa Zorritos! queríamos ir pero no pudimos, de seguro será para otra ocasión =)

  3. Perdón, quise decir “lo regular” y el auto corrector puso “regresar”
    Lo regular son 30 días de estadía para extranjeros 😉 pero igual que bueno que luego te dieron más 😉

Gracias por tu comentario, lo apreciamos mucho.

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