Potosí, Sucre y otros viajes que terminan donde no deben

In Bolivia, Crónicas de Viajes
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No es recomendable llegar de noche a una ciudad, tampoco descartar las noticias más recientes. Sucre fue una gran alternativa a este descuido que pasamos por alto.


Íbamos dejando atrás una ciudad que muchos catalogan de atractiva e imperdible, sobretodo por las famosas minas que existen a las afueras, donde más que explotar los minerales, explotan a los trabajadores, acostumbrados a vivir en un ambiente de oscuridad y enfermedades que consumen sus vidas a largo plazo.

Personas cuyo único alimento son las hojas de coca, un producto natural que las autoridades intentan desaparecer por la codicia de los “comerciantes” químicos, quienes la vuelven adictiva; pero eso es otro tema.

No pudimos conocer las minas, tampoco a los obreros de gran espíritu y coraje (no cualquiera puede permanecer allí laborando más de ocho horas diarias sin ningún almuerzo concreto). Sin embargo, supimos –por lo menos de oído– sobre la existencia de una pequeña escuela dentro de una mina, donde los niños asisten sin faltar un sólo día debido a que viven en el interior durante seis meses, excluidos de la luz solar, aprendiendo sin jugar en el exterior.

Así son las contradicciones de la vida. No pueden entrar y volver a salir diariamente porque las distancias a recorrer entre las paredes de piedra perforadas son extensas.

Abandonamos Potosí desilusionados, sin percibir nada de la cuidad más que su mercado callejero (efectuado cada sábado). Habíamos coincidido con las fiestas de un patrono. Gente de los alrededores llegaba para las festividades, por lo que los precios subieron sin control, sobretodo en los hoteles, cuyas habitaciones escaseaban y no valían ni la mitad de lo que pagamos.

Bolivianos en camioneta.
Camino a Sucre.

Nos encaminamos rápidamente hacia Sucre, sitio al que no veíamos nada interesante mientras ingresábamos en el taxi colectivo. Pero una vez que nos adentramos en la zona central –centro histórico–, nuestra percepción cambió de golpe, no podíamos despegar el rostro de las ventanas. Los demás pasajeros, quienes viajaban por temas laborales, no se inmutaban por lo que aparecía detrás de los cristales.

Sucre es conocida como la Ciudad Blanca y la verdadera capital de Bolivia, incluso en las calles aledañas a la Plaza Principal –25 de Mayo– hay letreros recordando semejante detalle. Tiene tiendas llamativas, hostales económicos para mochileros y hoteles con más de dos estrellas (quisimos hospedarnos en uno de esos, deseábamos darnos un pequeño lujo, pero escaseaban las habitaciones).

Calles de la Ciudad Blanca.
Calles de Sucre.
Aceras de Sucre.
Pasear por las aceras.
Plaza Principal en Sucre.
Plaza Principal 25 de Mayo.

Pizzerías, heladerías, cafeterías y varios restaurantes ocupan sus arterias, sin embargo, no encontramos ninguno adecuado para almorzar. En casos así la opción más apropiado es darse una vuelta por el mercado (el cual se ubicaba justo frente a nuestro hostal).

La mayoría de los productos se encontraban a buen precio, sobretodo las frutas. Aunque sentarse en los comedores no era tan confiable, nos habían advertido que la higiene en la mayoría de sitios como este era nula. Sin embargo, compramos empanadas deliciosas que nunca nos hicieron daño.

Puntos a visitar en Sucre

Se puede observar la cuidad desde una altura perfecta en el mirador de la Recoleta. Llegamos a tiempo para ver las luces del sol desapareciendo detrás de la montaña; nos trasladamos en colectivo y el regreso lo hicimos a pie sin problema.

Luces ocultándose.
Luces detrás de la montaña.
El cielo de Sucre.
Sucre desde la altura.
Recoleta en Sucre.
Recoleta.

Como sucede en muchas ciudades que visitamos, suelen quedar lugares pendientes (de seguro volveremos, la ciudad nos encantó tanto). En este caso fue el cementerio y el Parque Cretácico, donde se muestra el escenario natural en que vivieron los dinosaurios a través de varias sesiones de documentales, aunque lo más interesante es apreciar las huellas reales de estos extintos gigantes en Cal Orcko (un yacimiento paleontológico). Afirman que es el sitio de huellas de dinosaurios más importante del mundo.

Sucre iluminada.
Ciudad iluminada.
Calles encendidas en Sucre.
Calles alumbradas.
Terminar donde no debíamos

Luego de una cansada caminata hasta el terminal de buses, conseguí dos boletos para Samaipata, sitio imperdible según varios amigos viajeros, quienes aseguraban que nos quedaríamos más de la cuenta. El bus se dirigía directo a Santa Cruz, 11 horas de viaje lo separaba de Sucre.

Nosotros descenderíamos antes, cuando el reloj marcara las 3:30 de la madrugada y pasara frente a la entrada del pueblo. Temíamos caminar por calles oscuras, aunque el vendedor aseguraba que desde allí no era lejos ni peligroso porque a esa hora ya había mucha gente esperando transporte público.

El bus partía a las 4:30 PM, cuando llegamos ya estaba a punto de salir, el vendedor de los tickets quiso que entráramos por el garaje (su intención era ahorrarnos el pago de la tarifa de embarque), pero el guardia se negó, y de forma mal educada, nos cerró el acceso.

No sabíamos que estaba prohibido ingresar por allí. Luego el chico sugirió embarcarnos al bus desde afuera de la terminal. Nos dirigimos a nuestros asientos asignados al final del pasillo para darnos cuenta que la definición Semi-cama que nos prometieron, no era reclinable.

El camino estuvo movido, dificultoso, con tierra entrando por ventanas cerradas, muchos brincos que no dejaban conciliar el sueño, la puerta del baño –junto a mi puesto– permanecía sin luz y sin poder cerrarse por completo (en varias ocasiones tuve que colocar el pie para evitar que se abriera mientras había gente adentro). En un momento de la madrugada un neumático reventó, por suerte la pudieron cambiar sin hacernos descender.

Dormíamos por escasos minutos, nuestras cabezas se movían de arriba hacia abajo, estaba constantemente fijándome en la hora (reloj). No sabíamos exactamente dónde debíamos bajar, pensamos que nos lo comunicarían. Abrí los ojos en un instante y al percatarme en la luz que entraba por la ventana, sabía que habíamos amanecido en Santa Cruz.

Para ver más fotos de Sucre, haz clic aquí.

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