El nombre Chaupi Molino lo teníamos en nuestra lista, así que, aprovechando nuestra estancia en Quito, y nuestras ganas por seguir descubriendo de primera mano los alimentos que llevamos a la mesa, nos sumergimos en la misión de conocer una finca que se compromete en ofrecer al público vegetales realmente orgánicos.
¿Dónde queda la finca Chaupi Molino?
Fue así como contactamos con la finca Chaupi Molino, Andrea ya los seguía desde hace un tiempo por Instagram. Les escribimos y a los pocos días acordamos una visita guiada, para nuestra sorpresa, desde que dimos los primeros pasos dentro de la finca, aprendimos que todo inicia desde el cuidado del suelo que se utilizará para la siembra; un suelo vivo –con microorganismos– brinda alimentos más sanos y de mayor calidad nutricional.
Esta finca orgánica se ubica entre Puembo y Pifo (en dirección al aeropuerto), a 20 minutos en auto –aproximadamente– de la ciudad de Quito. Temprano por la mañana de un viernes de abril, pedimos un Uber y, para nuestro asombro, llegamos antes de las 09:00 a.m. con el volcán Cotopaxi asomándose a saludar desde el fondo de la carretera.
En la puerta nos recibió el señor Pacho Gangotena, una eminencia en el tema del cuidado y conservación de la tierra, él promueve y enseña sobre el cultivo orgánico. Junto a su esposa –Maritza Rubio– llevan alrededor de 40 años concientizando acerca de la importancia de mantener una alimentación saludable y sostenible.
En sólo pocos minutos nos habló sobre lo valioso que es tener un suelo libre de químicos tóxicos; como familia, ellos impulsan la protección de suelos y promueven la agricultura que coexiste en equilibrio con la naturaleza para producir verdaderos alimentos orgánicos.
Inicio del recorrido por la finca
Pacho se despidió de nosotros y llegó Valentina –su hija–, con quien habíamos agendado la cita por teléfono. Ella nos hará la visita guiada por la finca. Mientras observamos los primeros cultivos, nos comenta que ellos se enfocan en las 3 M, que son: Materia orgánica, Microorganismos y Minerales, ya que un suelo vivo –con microorganismos– brinda alimentos más sanos, y en lo personal, podemos asegurar que con mejor sabor.
Una forma de cultivar eficazmente el suelo, es a través del biol; una especie de abono líquido –natural– proveniente de las deposiciones de la vaca. Nos explica que la ganadería forma parte de un suelo sano, si las vacas se alimentan de manera orgánica, sus deposiciones alimentarán vigorosamente la tierra y mantendrá su riqueza.
Para ver un ejemplo de este proceso, pasamos junto a una montaña de tierra, era abono natural recién removido, Valentina hizo un hueco en la superficie y nos invitó a colocar la mano, aparte de sentir que estaba caliente por dentro, vimos cómo salía el vapor desde lo profundo. “Hay un montón de vida aquí dentro”, nos dice.
Notamos la diversidad de plantas y bichitos que conviven aquí, todo forma parte de un sólido ecosistema. A simple vista logramos distinguir la lechuga, acelga, kale, brócoli y apio; nos acercamos para percibir el olor intenso de cada una de ellas. Andrea se llevó algunas de las hojas directo a la boca.
Los árboles enormes también nos acompañan, como el de aguacate. El paisaje montañoso que rodea estas tres hectáreas de producción, es alucinante, ¿se imaginan vivir en un sitio así, lleno de vida y naturaleza?
Cuidar y mantener el sembrado requiere de una verdadera dedicación. Las cosechas que realizan en la finca Chaupi Molino son a mano, únicamente utilizan un pequeño tractor para transportar las pesadas canastas llenas de vegetales recién recolectados.
Uno de sus principios consiste en no estimular la producción o crecimiento desmedido del alimento, respetan lo que la tierra tiene para ofrecer en cada temporada, como las vainitas que dos de sus trabajadores colocan en unas canastas frente a nosotros. No salió tanto como se esperaba, pero así es la naturaleza.
¿Dónde comprar los productos de la finca Chaupi Molino?
Sin embargo, al continuar caminando, vemos canastas llenas con zucchinis verdes y amarillos, así como remolachas frescas que, luego de limpiarlas, las llevarán a la feria que participan todos los miércoles y viernes en Cumbayá (en el C.C. La Esquina). Las verduras que venden allá, son cosechadas el día anterior; 100 % frescas.
Procuramos pisar con cuidado sobre la superficie para no estropear las plantas. Cargamos zapatos de trekking y pantalón largo, nos echamos bloqueador en la cara porque el sol golpea con intensidad, es fuerte el calor y sentimos que no es necesario llevar puesto el abrigo, lo único primordial es la gorra.
Hay partes donde recién están sembrando y todavía no brota ningún ápice verde del suelo. Valentina nos comenta sobre la rotación de alimentos en el suelo; si aquí sembraron tomates, luego de la cosecha, es hora de poner brócoli. La idea es ir variando.
Luego entramos en un invernadero donde la señora Teresa (una de las manos que llevan a cabo la tarea de darle vida a estos alimentos orgánicos) riega y ordena los pequeños semilleros que pronto serán trasplantados. Nos topamos con una planta de rúcula y Andrea no duda en arrancar un pedazo –con previo permiso– y llevárselo a la boca, directamente de la tierra. Lo mismo hizo con el cilantro que apareció en su camino; un sabor excepcional, natural al cien por ciento.
Escuchamos a los pájaros cantar a nuestro alrededor mientras nos acercamos a contemplar las hojas de varias plantas, las mariquitas y ciertos bichitos aparecen en primer plano, ellos ayudan a mantener un equilibrio, ya que se comen a los insectos que no le hacen bien a la siembra, evitando así las plagas.
Pasando a otro invernadero, conocemos las plantas del tomate pera y el tomate riñón, crecen al lado de la albahaca, juntos hacen una gran sinergia; el mundo del sembrío y el campo es toda una ciencia.
La oportunidad de cosechar en una finca orgánica
Vemos que en la zona donde descansan las plantas de zanahorias, hay varias que empiezan a brotar, una punta de color naranja quiere salir de la tierra, Valentina dice que ya se la puede cosechar y Andrea aprovecha para darle una mano.
La agarra desde las hojas, como quien hala el pelo de una persona, y la zanahoria sale a la luz cubierta de tierra, no fue necesario utilizar mucha fuerza, salió con facilidad; está lista para llenar nuestros platos y alimentar nuestras vidas. Al final sacó dos que luego nos llevamos a casa.
Caminar por estas plantaciones era un paseo de aromas para nuestras narices, cada olor era intenso y agradable, como el olor de la hierba magui; de la cual provino el sabor original del cubito famoso que se usa en las comidas, que hoy en día tiene de todo, menos el contenido real y nutritivo de la planta. Vimos hasta la ortiga, aunque no nos animamos a tocarla.
Valentina nos mostró los cajones de tierra con plantas pequeñas que arma para familias que quieren empezar a tener su propia huerta en casa.
Después del recorrido, que duró más de una hora, en el cual aprendimos acerca de la importancia del cuidado del suelo en un cultivo de alimentos orgánicos, pasamos a una de las casas que existen en la finca. Ingresamos a un cuarto donde mantienen, ordenados en repisas, todos los productos que preparan aquí.
¿Qué productos tienen a la venta en su finca?
Tienen a la venta conservas, mermeladas, salsas, especias, vinagre, sal; la lista es extensa, al igual que sus sabores. Nos trajimos una mermelada de albaricoque, una sal marina con hierbas y Andrea se compró una camiseta con un diseño especial de la finca orgánica.
Conocimos a Maritza, la mamá de Valentina, ella estaba con su mandil y su atuendo de chef en el área de la cocina preparando las mermeladas y demás productos que venderán a la mañana siguiente en la feria de Cumbayá. Nos mostraron también los quesos, leches y yogurt que ofrecen al público, y nos obsequiaron un yogurt griego cuyo sabor disfrutamos hasta el último día de nuestra estancia en Quito.
Al regresar a casa, esa misma tarde, Andrea utilizó las zanahorias en una ensalada deliciosa y adobó el pollo con la sal que compramos en la finca de Chaupi Molino.
Dentro de poco se mudarán, se trasladarán a otras tierras más al norte de la provincia de Pichincha. Así que si se encuentran en Quito, aprovechen ahora para coordinar una visita guiada y conocer más acerca de la importancia de los alimentos orgánicos.
¿Cuánto cuesta el recorrido en la finca Chaupi Molino?
Pueden visitar la finca cuando se realizan las casas abiertas, o ir en grupo (de 5 o 10 personas) y realizar el recorrido guiado tal cual lo vivimos nosotros. En ese caso, el precio sería de $10.00 cada uno. Y si desean un taller más práctico y un recorrido de mayor duración, tendría otro valor, el cual pueden consultarlo directamente con ellos.
También les pueden incluir un delicioso almuerzo vegetariano con ingredientes de la propia finca, 100 % reales y ricos en nutrientes, preparado por la mamá de Vale (Maritza). Sólo deben formar un grupo de mínimo 8 personas y reservar con ellos previamente.
Más paseos por fincas orgánicas
Si te gustó este artículo, también te puede interesar el tour que hicimos a una finca cafetalera orgánica cerca de Quito, en la provincia de Pichincha. Conocer todo el proceso que hay detrás de los alimentos que llevamos a nuestra mesa, hace que valoremos más cada producto que compramos, especialmente si vienen de la mano de bondadosos agricultores.
