Semana Santa en Quito

In Crónicas de Viajes, Ecuador, Sierra
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Semana Santa es una conmemoración importante que se realiza anualmente en todo el mundo, y en Ecuador, Quito representa el escenario donde más se concentra dicha celebración, específicamente en el Centro Histórico de la cuidad. 


Empezando el miércoles uno de abril, asistimos, como el resto de feligreses, curiosos, turistas y periodistas de los distintos medios de comunicación, a La Catedral para presenciar el famosísimo Arrastre de Caudas, una antigua ceremonia fúnebre que tiene su creación en Roma hace más de 500 años. Actualmente, Quito es la única ciudad de Latinoamérica en donde se efectúa este culto.

Llegamos cinco minutos antes que empezara la misa (11:55 am), y aún así ya era imposible dar un paso, debido a la gran acogida fue precisa la presencia de la policía metropolitana y nacional para evitar que la gente avanzara hacia el frente y a las bancas, sólo permitían que se amontonen en el final, justo donde nos encontrábamos.

Habían pantallas que facilitaban la visión del sacerdote y todo lo que sucedía en el presbiterio (parte delantera), desde allí muchos observaron al Arzobispo y sus canónigos cargar sobre sus espaldas las caudas, aquellas gigantes capas negras que miden cerca de dos metros de largo y simbolizan los pecados del mundo. Fuera del templo también había una pantalla gigante donde las personas se sentaban sobre sillas plásticas con paraguas en las manos para protegerse del sol.

Las 7 iglesias del Centro Histórico de Quito fueron decoradas de esta manera.
Las 7 iglesias del Centro Histórico de Quito fueron decoradas de esta manera.

A pesar de que el cura mencionó al inicio de la ceremonia que, más que un evento turístico, esto representaba un acto de fe que se desarrollaba dentro de la casa del Señor, por lo que pedía a todo el público presente que permaneciera en silencio, a nuestro alrededor mucha gente hablaba, algunos se quejaban por no poder pasar (manifestaban que les estaban guardando puesto), otros discutían con los oficiales, reclamándoles que sólo salieron durante un minuto para ir al baño: “Yo tengo mis necesidades”, decía una señora de tercera edad, que luego de unos instantes la dejaron pasar, lo que ocasionó que otras personas se disgustaran.

Lamentablemente no aguantamos la aglomeración ni la idea de permanecer tanto tiempo de pie con hambre, así que decidimos marcharnos a almorzar. Cuando regresamos todo había acabado, quizás sucedió esto para que la enorme bandera negra que el Arzobispo agita mientras recorre el interior de la iglesia (también la ondea en el altar mayor, encima de los canónigos más antiguos), no nos tocara, ya que, según las creencias, a quien lo toca muere dentro de un año.

Procesión Jesús del Gran Poder

Llegar el día tres de abril al Centro Histórico de Quito y notar que la acera de la calle –Venezuela– por donde circula la procesión, estaba repleta de gente que hacía imposible cruzar, nos hizo recapacitar y darnos cuenta de que a estos eventos hay que asistir con horas de anticipación. Incluso colocaron rejas en las intersecciones para evitar que las personas pasen y obstruyan la peregrinación. En estos casos no faltan los expertos vendedores que ofrecen pequeños bancos para pararse encima y tener una mejor vista.

Andrea tuvo la suerte de encontrar un espacio para pasar entre las personas y fotografiar la caminata desde la calle. En mi caso, me quedé de pie sin poder moverme, ya que el señor que le dio paso, hizo lo contrario conmigo, aunque por un lado mejor, tenía una buena vista y estaba bajo sombra; sin embargo, en lugar de agradecerle, cuando mi esposa me preguntó desde lejos por qué no iba con ella, se me salió en voz baja (sucede cuando hablas con alguien que se encuentra a ciertos metros de distancia): “Es que este viejo hijue… no me deja pasar”.

Cucuruchos caminando.
Cucuruchos caminando.
Con fe siempre hacia delante.
Con fe siempre hacia delante.
¡Jesús! Qué idéntico.
¡Jesús! Qué idéntico.
Cargando la pesada cruz.
Cargando la pesada cruz.
Pies descalzos y encadenados.
Pies descalzos y encadenados.
Cuando es por sacrificio, los golpes no duelen.
Cuando es por sacrificio, los golpes no duelen.

Una vez que avanzó toda la procesión, con sus personajes tradicionales que caminaban cargando pesadas cruces, cubiertos de espinas, otros flagelándose con látigos, descalzos y con cadenas en los pies, incluyendo a los cucuruchos y los devotos que iban al final (los individuos hacen esto a modo de sacrificio), pudimos reencontrarnos y cruzar juntos la calle hasta llegar a la Plaza San Francisco, ya que la peregrinación pasaría nuevamente por allí –su lugar de partida– y deseábamos ver el inicio que nos faltó.

Cogimos buenos puestos en la vereda, estábamos colocados perfectamente para la toma de fotos, pero cuando se aproximaba la procesión, y los policías empezaron a colocar rejas en las intersecciones de las calles cercanas, mucha gente se coló enfrente, lo que provocó algunos roces, empujones e insultos; lastimosamente así sucede en eventos grandes que atraen a un millar de personas, incluso los de carácter religiosos donde, según los adeptos, recuerdan desde el fondo de sus corazones la crucifixión y resurrección de Jesús, aunque pareciera que para la mayoría sólo es un feriado más para disfrutar.

Corona de espinas.
Corona de espinas.
Ayudando a cargar.
Ayudando a cargar.
Predispuesto a llegar hasta el final.
Predispuesto a llegar hasta el final.
Peregrinación de incansables horas.
Peregrinación de incansables horas.
Cargando a Jesús.
Cargando a Jesús.

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